miércoles, 21 de diciembre de 2011

Los representantes del mundo etarra que están sentados en el Parlamento;es decir los independentistas y separatistas no tienen el menor reparo de cobrar de los impuestos que pagan los ciudadanos de una nación de la que ellos quieren separarse y a la que odian, después de haber hecho posible con mucha sangre, sudor y lágrimas el desarrollo de Vascongadas y de Cataluña. Van a cobrar 3 millones de euros (de ese dinero que no hay para lo que tendría que haberlo) y van a tener acceso, al igual que cualquier otro diputado, a información privilegiada o, como se dice ahora, sensible.Y también ha ocurrido que el voto de un ciudadano normal y corriente, a causa de una Ley electoral absurda, vale la cuarta parte que el voto de los proetarras, a la hora del reparto de los escaños. . Es muy triste que en el próximo Parlamento español vaya a haber más voces anti-España que nunca. Y, encima, sus representantes cobran ya, desde el
mes de diciembre, del dinero que, por lo visto, no hay en España.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Hace 2012 años tampoco abrieron las puertas al niño

Todos somos ciudadanos, nadie sin hogar: ¿Es digno ser invisible a los ojos de los demás? ¿Es digno ser un número, un expediente? ¿Es digno el rechazo? ¿Es digno que no les atienda un médico? ¿Es digno no poder solicitar una tarjeta de salud por no conseguir todos los papeles? ¿Es digno enfrentarse a un montón de trámites que no entienden y que nadie les explica, para acceder a un abogado? ¿Es digno que los medios de comunicación construyan y vendan morbo, a costa de sus problemas? No los conocemos, no profundizamos en lo que los pasa. Los criminalizamos por pobres, borrachos, drogadictos, enfermos o sucios; se les juzga culpables y se les ve como amenaza. La persona que no ha vivido nunca así no lo entiende; eso les pasa a otros, no a mí, dice, y cuando pasa a su lado, ni le mira. Y se siente menos que un perro. Llegan a esta situación por distintas circunstancias, pero tienen derecho a que se les respeten y tienen derecho a cambiar. Quieren tener derechos, sin rehuir obligaciones. Necesitan espacios en los que se les ayude a curar sus problemas físicos y psicológicos, y poner en orden su vida. Pero no vale cualquier ayuda. Le dan dinero a la puerta del súper y eso le anima a seguir pidiendo, le conformas la situación; pero, en el fondo, saben que necesitan otra cosa: un trabajo, un hogar. La situación se les hace insostenible y beben para tener fuerzas y aguantar la indignidad de no tener dónde asearse, de pedir limosna, de no tener un sitio al que ir. Hay un modelo de sociedad individualista que creamos nosotros mismos, que hace que ni siquiera conozcamos a nuestro vecino. Esto genera una red social muy debilitada, que nos coloca a cada uno de nosotros en una situación de vulnerabilidad extrema en la que nadie está libre de no caer». Saludar al vecino de enfrente, o preguntar qué tal se encuentra a la mujer que pide en la puerta de la parroquia, en lugar de sólo darle una moneda, crea una sociedad diferente y, eso, también está en nuestra mano

sábado, 3 de diciembre de 2011

Que os parece

El papel que le dieron a Jacqueline para abortar decía que ella solicitaba un aborto. «¡Pero si era la médico la que me empujaba!», replica. Todavía daba el pecho a su segunda hija cuando empezó a tener dolores muy fuertes en la espalda, a los que se añadieron mareos y desmayos. La médico le mandó una radiografía y medicación; y, al no detectar nada, unos análisis. Una noche, la doctora la llamó para citarla urgentemente al día siguiente. «Me dijo que estaba embarazada, pero que no podía tener el bebé por las radiografías y la medicación. Era mejor que abortara, porque el niño vendría con problemas. Le pregunté si no había manera de comprobar que el niño estaba bien. Pero no me hizo ninguna prueba; me mandó directamente a la clínica Isadora para que me valoraran». En ese centro abortista, «me dijeron que estaba casi de seis meses. La médico me dijo que estaba casi fuera de plazo y no había tiempo para comprobar si realmente al niño le pasaba algo». Una matrona le insinuó que la médico quería evitar una denuncia si el niño nacía mal. «Yo estaba desconsolada». Pocos días antes del aborto, una prima le habló de Red Madre, «y me dieron la oportunidad de hacerme una prueba», la que tanto había pedido a los demás médicos. «El ginecólogo fue muy amable, y me dijo que el niño no tenía ningún problema. Ahora, mi hijo Alejandro tiene tres años y está enorme y precioso».