lunes, 1 de febrero de 2010

Sentimentalismo
Es patente que nuestra sociedad está impregnada de conceptos sentimentales que fácilmente influyen en los comportamientos humanos. De ahí la importancia de aprender -ya desde la infancia- a poner los sentimientos en su sitio. El sentimentalismo, en muchos casos, incapacita para distinguir entre realidad y ficción, y deja a oscuras la madurez de saber cumplir con el deber cuando éste no coincide con los sentimientos. No es extraño, pues, que el ultrasentimentalismo llegue a justificar el suicidio por un amor imposible, por venganza a una presunta rigidez familiar, o porque se ha llegado a la conclusión de que la existencia no tiene alicientes.
Es un reto para todos, particularmente para padres y educadores, hacer notar que el comportamiento del presente condiciona la felicidad del futuro; que es mejor exigirse, y exigir ahora, que lamentar después. Unos sentimientos mal educados tienen graves consecuencias personales y sociales. Hay que aprender a mirar las cosas con objetividad, sin huir del esfuerzo y del dolor, cuidando que el corazón no se descompensa y se convierta en el único guía de nuestra vida.