miércoles, 25 de enero de 2012

Hoy más que nunca aquellos que ya sobrepasamos la frontera del medio siglo valoramos más que nunca la palabra certera, la voz que llama a la sensatez y a la cordura. Corren tiempos extraños; tal vez "normales" para muchos, pero realmente complejos y extraños para otros, que también son muchos. La comunicación entre las personas se ha acortado una enormidad con las nuevas tecnologías, pero al mismo tiempo se ha hecho infinita. Pocas épocas históricas han vivido el distanciamiento emocional al que andamos asistiendo en este siglo XXI. Medios de comunicación, red de redes, multitrabajos, supercreencias en el dios dinero, nos están llevando a olvidar el poder de la palabra al oído y la cercanía del otro, el que escucha al que la dice. Andamos inmersos en las prisas y al mismo tiempo en la apatía. Ya ni las vacaciones normales son para descansar y estar más cerca unos de otros; al contrario, se convierten en una nueva herramienta para el alejamiento y la paliza a cuerpo y mente. Una excusa más para auto flagelarnos montados en el engañoso estado del bienestar.

jueves, 19 de enero de 2012

Crisis mundial

El momento actual está marcado por un profundo malestar y por diversas crisis: económicas, políticas y sociales, que son su expresión dramática. No puedo dejar de mencionar las graves consecuencias de la crisis económica y financiera mundial. Ésta no sólo ha golpeado a las familias y empresas de los países económicamente más avanzados, en los que ha tenido su origen, creando una situación en la que muchos, sobre todo jóvenes, se han sentido desorientados y frustrados en sus aspiraciones de un futuro sereno, sino que ha marcado también profundamente la vida de los países en vías de desarrollo. No nos debemos desanimar, sino reemprender con decisión nuestro camino, con nuevas formas de compromiso. La crisis puede y debe ser un acicate para reflexionar sobre la existencia humana y la importancia de su dimensión ética, antes que sobre los mecanismos que gobiernan la vida económica: no sólo para intentar encauzar las economías nacionales, sino para dar nuevas reglas que aseguren a todos la posibilidad de vivir dignamente y desarrollar sus capacidades en bien de toda la comunidad.

lunes, 16 de enero de 2012

¿Educación o ideologización?

Son muchas las instituciones que reclaman el derecho a la educación. Los Gobiernos, aprovechando el deber de velar para que todos los ciudadanos reciban la educación acorde con su identidad, edad y proyecto de vida, procuran orientarla, más o menos disimuladamente, al servicio de sus intereses políticos a corto o a largo plazo. De ahí que las leyes de educación vayan cambiando según las ideologías que detentan el poder. ¿Es esto legítimo? Sencillamente, no. El Estado ha de procurar que ningún ciudadano carezca de los medios para adquirir la educación que necesita. Pero una cosa es procurar los medios y otra imponer líneas y métodos educativos. Eso corresponde a los padres durante la minoría de edad de los hijos, y a cada persona joven o adulta, de acuerdo con sus ideas y creencias, y según su personal proyecto de vida. De ahí que, entre los derechos fundamentales de la persona figure el de la libertad de educación. Éste es un derecho que ningún político se atreve a negar, pero que raramente cumplen del modo adecuado. La educación no es ni pública ni privada. Podrá ser de iniciativa gubernamental, o de iniciativa social. Ambas han de ofrecerse como opciones entre las que elegir libremente. El erario público, que los ciudadanos aportan por los procedimientos de contribución, debe atender a las distintas opciones educativas presentes en la sociedad, siempre que éstas respeten los principios básicos de la convivencia democrática. ¿No se atienden desde el erario público muy distintas actividades culturales, festivas, de ocio y de otros órdenes? Si respetamos estas mínimas y básicas reglas de juego, necesarias en una sociedad democrática, entenderemos que la Iglesia, como institución públicamente reconocida en la sociedad, tiene pleno derecho a educar a quienes se lo pidan. En consecuencia, la Iglesia tiene derecho a crear sus instituciones educativas, a ampliarlas según la demanda, y a recibir del Estado, para ello, el apoyo económico necesario. El pensamiento y la actuación contrarios pertenecen a criterios sectarios o absolutistas.

martes, 10 de enero de 2012

113.031 menos

El año pasado, 113.031 abortos se sumaron al impresionante número de abortos que llevamos acumulados en España en los últimos años. Son 113.031 españoles que no podrán colaborar con los demás a salir de la crisis. Son 113.031 niños que no podrán ayudarnos a mejorar la pirámide demográfica, que garantice el futuro de nuestras pensiones. Son 113.031 españoles que no podrán votar en futuras elecciones. Son 113.031 personas que no han visto la luz porque alguien ha decidido por ellos quitarles esa oportunidad. Son 113.031 mujeres que no han encontrado la ayuda de la sociedad española, de las Administraciones en todos los niveles. La ley del aborto, que se presentó con la excusa de reducir el número de abortos, ha fracasado clarísimamente. Necesitamos incorporar en nuestra legislación algo así como una Ley de oportunidades: oportunidades para nacer, oportunidades para ser madres, oportunidades para vivir, educarse, trabajar, construir la sociedad del futuro... No podemos confiar nuestro futuro a los que promueven o mantienen leyes contra la vida. Promovamos las leyes que necesita nuestra sociedad, comenzando por garantizar plenamente la vida humana, desde su fecundación hasta su muerte natural. ¿Es mucho pedir?