domingo, 23 de octubre de 2011

gasto publico

Cuando en una empresa privada no se puede hacer frente a los gastos, enseguida vienen las consecuencias: los proveedores cortan suministros, los bancos ejecutan hipotecas… En la cosa pública no ocurre así. El Gobierno, las Comunidades Autónomas, los Ayuntamientos… se han endeudado hasta las trancas, generando una deuda cuya amortización e intereses absorberán los recursos de las próximas generaciones.
Todo, porque la macroeconomía no se rige por la lógica de las leyes de la economía, sino por la arbitrariedad de una política que debería tener como fin la búsqueda del bien común y que, en la realidad, está supeditada a la maquinaria de unos partidos que están saturados de ideología exacerbada. De ahí, por ejemplo, tantas televisiones deficitarias.
Esa ideología hace insolidarios a los hombres y mujeres de partidos diferentes, y divide las fuerzas que deberían sumarse para solucionar problemas, como la actual crisis económica. Porque la ideología, llevada al extremo, trastorna el juicio y lo convierte en prejuicio, de lo cual sólo se derivan disparates.

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