miércoles, 27 de abril de 2011

Pension y Familia

Si los nietos, no contribuyen para la pensión de los abuelos -suyos y de tantísimos otros ancianos, y no tan ancianos, muchos de ellos incluso sin nietos-, ¿quién lo hará? ¿Cómo puede pensarse en la más mínima solución al problema de las pensiones con políticas contrarias a la familia, cada vez con menos hijos, ¡y hasta eliminándolos en masa, antes de nacer!, y fomentando la disolución matrimonial, al tiempo que se ve crecer imparable la llamada esperanza de vida y, precisamente porque no se ama de veras la vida, se planifica acabar con ella, eso sí, disfrazándolo con el nombre de muerte digna?
. La unidad que implica la realidad familiar, única garantía de la auténtica solidaridad, no sólo no anula la personalidad y creatividad de cada uno de sus miembros, sino que las potencia y desarrolla al máximo. De la misma manera que la comunidad familiar no anula en su seno a las personas que la componen..., así también la unidad de la familia humana no anula de por sí a las personas, los pueblos o las culturas, sino que los hace más transparentes los unos con los otros, más unidos en su legítima diversidad».
Si las pensiones se fundamentan en un pacto intergeneracional, ¿qué sentido tiene plantearlo en abstracto, si no se vive concretamente en la propia familia? ¿Qué pacto puede haber cuando la realidad familiar está desintegrada, no hay estabilidad en el matrimonio, los hijos crecen sin padres, hay padres que no dejan nacer a sus hijos, y unos y otros tratan de deshacerse de los mayores que estorban? Puede decirse, con toda verdad, que las pensiones nacen en casa. Sin familia, ciertamente, no hay pensiones. Ni nada que pueda reconocerse como verdaderamente humano Puesto que «el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social», ante los problemas económicos y laborales -y en España están alcanzando extrema gravedad-, ante todo problema del orden o del tipo que fuere, es preciso afirmar que «el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad», es decir, en familia desde su concepción hasta su último aliento.

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